Una singular manifestación guerrera, única en España, que forma parte de los actos para homenajear a su patrón, San Benito Abad.
La localidad cordobesa de Obejo ha revivido este domingo la tradición celtíbera de la Danza de las Espadas, una singular manifestación guerrera que tiene sus orígenes en esta cultura. Es un rito pagano que después se incorporó a la liturgia cristiana. Los bailarines, ataviados con indumentaria del siglo XVIII, danzan en homenaje a su patrón, San Benito Abad.
Durante la danza, un grupo de 32 miembros de la Hermandad de San Benito Abad, de entre 16 y 60 años, bailan al son de laudes, panderetas, acordeones y violines, con indumentarias del siglo XVIII, recuperadas en 1970 gracias a antiguos grabados.
La danza concluye con el 'patatús' o el desfallecimiento del danzante principal. A este "lo ahorcan simbólicamente con las espadas el resto de los danzantes pero, en realidad, es un ahorcamiento y un resurgimiento" porque "lo mismo que lo ahorcan a un toque de pandereta, se escapa de las espadas por debajo y deshace el enredo", explican.
La Danza de las Espadas, que fue declarada en 2023 Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Andalucía, se baila tres veces al año: el domingo más próximo al 17 de enero, el domingo más próximo al 24 de Marzo, que es la festividad de San Benito, y el segundo sábado de julio, con motivo de las fiestas de Obejo.
Tras el sacrificio simbólico del maestre de la danza, este se escapa por debajo de las espadas que lo acosan, y los danzantes bailan en fila detrás de él, como si le persiguieran, hasta que el santo vuelve a entrar en la iglesia.
Estas danzas eran muy comunes en los pueblos de España antes de la llegada del cristianismo y después se incorporaron a la liturgia cristiana, a pesar de que la Iglesia las prohibió en la Edad Media al considerarlos ritos paganos.
Se trata de una danza guerrera que solo se conserva en Obejo, cuyo acto culminante es el ahorcamiento del maestre que tiene diferentes significados, ya que entre los celtas simbolizaba la muerte del jefe enemigo, mientras que entre los visigodos reflejaba la proclamación del caudillo que era elevado sobre una columna de espadas.
Los danzantes van ataviados con una chaqueta marrón, camisa blanca, un fajín rojo y pantalones color ocre.
La figura de San Benito va recibiendo durante la procesión desde el pueblo hasta su ermita dinero que se le va colocando en el manto. La cantidad que la hermandad recoge de San Benito se utiliza para el mantenimiento de la ermita y de la imagen.
Tras la danza, también llamada 'bachimachía' por ser un baile a caballo entre los movimientos de lucha y pasos más festivos, se reparten buñuelos, que en Obejo son unos una especie de pestiños grandes cubiertos con azúcar.